jueves, 10 de abril de 2008

Mamá de dos perros

Digo yo que a cada persona le funcionará un reloj biológico distinto en su interior, porque si no esto sería muy aburrido ya que a todo el mundo le pasarían las mismas cosas por la cabeza al mismo tiempo.
Al menos, del mismo modo en que algunas mujeres dicen escuchar el tic-tac del reloj de la maternidad, yo empezaba a escuchar un tic-tac pero centrado en otro tipo de maternidad. Una maternidad más bien interespecie.

Vamos, que quería tener perros desde hacía mucho tiempo, y ya iba siendo hora....

Para ello debían darse una serie de condiciones que no tenía mientras vivíamos en Madrid, en un piso. Pero hace apenas un mes empaquetamos todo y nos vinimos a vivir a un pueblo de la sierra madrileña. Naturaleza. Sin prisas. Sin agobios. Sin M-40 ni M-30 a la vuelta de la esquina. Aire puro. Vacas y terneros campando a sus anchas en el prado de enfrente. Una casa con algo de terreno. Y ahora sí, ahora podían llegar los descendientes de cuatro patas.

La opción para traerlos estaba clara: no serían comprados sino adoptados del albergue del que soy voluntaria. Creo que es una indecencia comprar animales cuando día tras día se sacrifican en las perreras a gatos y perros que han sido abandonados.

Para elegir a la parejita que se iba a venir a casa, la elección iba a depender de lo que quisiera la elegida nº 1, por llamarla de alguna manera: Bibi es una perraza mestiza de unos 5 años, con muuuuuy buen carácter con las personas, pero con un pequeño problema de aceptación hacia otros perros, hacia los gatos y hacia los niños (mira, en esto se parece a mí). Asi que el compañero que nos lleváramos tenía que llevarse a la fuerza bien con ella para no montar peleas de perros amateurs en casa sin comerlo ni beberlo.

Tras hacer un intento con un macho precioso (las hembras descartadas, porque a la señora tampoco le va bien su compañía) y muy bien educado, tuvimos que cambiar de idea. No por nada, sino porque los gruñidos que se soltaron no presagiaban nada bueno.

Estuvimos pensando qué otro macho sumiso y bonachón había en el albergue con el que pudiéramos juntar a Bibi sin crear el caos, y al final nos dejamos aconsejar por la chica que llevó nuestra adopción: si Bibi ya está acostumbrada a su compañero de jaula, y se lleva bien con él, ¿por qué no le elegimos a él?

Bien, en ese momento firmamos una pequeña sentencia de "condenadas a sufrir". Menudo bicho nos llevamos a casa..... Hamlet (que así se llama el compi de la nena) es un macho jovencito, de poco más de un año. Vamos, que casi sigue siendo un cachorrete, con todo lo que eso implica: activo, nervioso, demandante de atenciones, juguetón,.... Lo totalmente opuesto a Bibi. Ah no, perodón, que él tampoco tolera a los gatos.

Así que con estos dos elementos nos vinimos a casa hace ahora dos semanas. Por tanto, acabamos de cumplir nuestra primera quincena como mamis.

A veces esa quincena me parece un siglo.....

Yo no dudo de que criar a un niño sea duro, porque es cierto que sus esfuerzos supone.... Pero que nadie crea que tener perros es pan comido. Al menos, no lo es si los quieres tener de una cierta manera que no sea ponerles medio kilo de comida una vez al día, dejarles que meen donde puedan, y darle una voz cuando ladren; y lo de sacarlo, pues ya veremos si apetece....

Con los nenes en casa ha habido que imponer una disciplina espartana; al menos a mí me parece espartana, porque no soy nada disciplinada. Por las mañanas, toque de diana antes de las 8 para sacarles a hacer sus pises mañaneros, que los pobres se han aguantado toda la noche sin echar una gotita. A mediodía, sacarles a dar un buen paseo para darles de comer a la vuelta; se tienen que ganar la comida. Por la tarde-noche, otro paseo generoso para que se ganen la cena. Y por la noche, antes de irnos a la cama, un breve paseíto para el pis nocturno. Sólo de escribirlo ya me he cansado.

Afortunadamente aquí tenemos una buena zona con parque y hierba por donde sacarles. También hay muchos perros en los chalets de esa zona. Ni que decir tiene que nos pasamos los paseos intentando que no se tiren encima de los perros de otras casas ni de los gatos callejeros que andan de acá para allá.

No había mencionado el tamaño de los nenes.... Bueno, pues son talla XL. Brutotes. Unas bestias pardas, vamos. Así que imaginaos el espectáculo cuando les pasea una de nosotras sola a los dos al mismo tiempo, y aparece en el horizonte un gato o un perro.... Sólo diré una cosa: o soy pariente del tío del chicle boomer, o creo que me están creciendo los brazos a tirones.

Bueno, pues nada más por hoy. Mañana nos llevamos a los nenes a su primera excursión seria, a comer a la montaña. Habrá que llevarse una bolsita con el pienso y un cacharrito para el agua; vamos, como si hubiera que llevarse la cestita con las cosas para el puppy humano.

Mis puppies os mandan besitos.

2 comentarios:

Ines dijo...

Hola Angeles, me gusta tu blog, he pasado a dar una vuelta y mira por donde creo que tus perritos los conozco de ANAA, soy socia, gran amante de los animales y todos los dias miro la pagina a ver las adopciones que hay, los nuevos, etc. Y lo que mas me gusta es finales felices, hace un mes y medio llevamos mi amigo Javi y yo (vivimos en Extremadura) a una familia perruna, mamá, papá y 5 cachorritos muy muy pequeños, a la asociacion, fueron adoptados rapido y todos los dias espero que manden fotos de alguno de ellos. A ver si pones fotos que se les vea de cerca pero creo que se cuales son. Un saludo mio y de mi familia perruna

Ángeles dijo...

Hola Inés! pues seguramente les conozcas, al menos de las fotos, porque llevaban unos mesecitos en el albergue y salían los dos en la web de ANAA.
Voy a buscar unos primeros planos de mis nenes, para ver si son los que tú crees; no les he cambiado el nombre, así que en ANAA también eran Bibi y Hamlet.
Saludos y lametones de mis peques.