jueves, 10 de abril de 2008

Los temores de Bibi

No sé bien qué le pasó a Bibi en los años anteriores a que fuera recogida por los servicios de la Comunidad de Madrid, cuando ingresó en el CIAM. No lo sé pero lo puedo intuir por la manera que tiene de reaccionar ante ciertas situaciones. Quizá me equivoque, pero creo que lo que hace un perro hoy, en el presente, tiene mucho que ver con lo que le pasó tiempo atrás.
Por ejemplo, cada vez que oye ladrar un perro a lo lejos ella empieza a lloriquear, como advirtiendo que se está empezando a poner nerviosa porque puede venir un enfrentamiento y ella no lo desea por nada del mundo. Su actitud no es de chulería, ni siquiera cuando se decide a lanzarse a ladrar al perro o intenta tirarse contra la verja del chalet en cuestión; su actitud es de miedo total, y de "ya que me van a agredir, iré yo a atacar primero".

No sé si es que ha sido mordida por otros perros, o por lo menos ha tenido alguna refriega seria de la que salió malparada. Quizá es sólo un mecanismo de defensa para no entrar en peleas que le pueden suponer dolor. El caso es que de los mismos nervios, una vez que deja de intentar morder al otro, enseguida busca un sitio para hacer pis. ¿Lo hará para marcar el terreno y decirle algo al otro perro?, ¿o es simple cuestión de nerviosismo?

También creo que a Bibi le han tenido que pegar, por varios motivos. Primero, porque en los paseos siempre siempre siempre va pegada a mi lado; y cuando se da cuenta de que se ha separado demasiado o de que va muy delante o muy detrás, enseguida corrige la posición con la cabeza y las orejas agachadas, como si estuviera diciéndome: "Perdón, perdón, sé que lo he hecho mal, lo siento de verdad". Ese comportamiento no es innato en un perro, y la única manera que se me ocurre para que ella lo tenga tan interiorizado es que le hayan pegado cada vez que no ha ido andando junto a su dueño.

Otro motivo: esta mañana les he sacado al patio para tenerlos atados con el cable de acero de 9 metros que compré, para que se vayan acostumbrando al espacio. Mientras ataba a Hamlet, ella ha pasado andando junto a mí y ha empezado a doblar la esquina de la casa, yendo hacia la parte frontal del patio. A mí me ha dado miedo de que decidiera saltar la valla o algo así, por lo que he empezado a llamarla y he salido andando rápido tras ella.

Su reacción ha sido la de andar más rápido, así que yo he arrancado a correr; entonces ella ha salido escopeteada y ha subido las escaleras para quedarse quieta frente a la puerta de la casa. Se ha quedado muy quieta, con las orejas agachadas. Yo he intentado calmarla y la he cogido un poco del collar, sin tirar apenas, para llevarla de vuelta a la parte trasera del patio, donde estaba el cable. Entonces ella se ha ido agachando agachando, ha dado un pequeño quejido y se ha tirado al suelo, patas arriba, como pidiendo que no le hiciera daño. Insisto: apenas la estaba tirando del collar, sólo la estaba guiando con él.

¿Le han pegado antes, cuando no iba al sitio al que la mandaban ir? Yo creo que sí, porque esas reacciones instintivas de miedo a lo que le pueden hacer a raíz de un acto suyo no son normales. Aún ahora, que nos conoce, le sigue asustando notar nuestra mano que se acerca a su cabeza para acariciarla, y la agacha instintivamente.

Por lo que me contaron, antes de ir al albergue de ANAA, Bibi estuvo un par de años en el del CIAM (el Centro Integral de Acogida de Animales de la Comunidad de Madrid), y allí al principio ni siquiera se podía entrar en la jaula porque se lanzaba a morder a las personas. Era una perra agresiva. Poco a poco se fue calmando, y aunque no tolera a todos los perros, sí es capaz de relacionarse con algunos.

Del mismo modo, aunque sigue teniendo bastante timidez a causa del miedo, ya no es agresiva con la gente, salvo con los niños. No los soporta. Los ve a lo lejos y se pone en guardia. ¿Acaso fueron ellos los que hace años le cortaron la cola?, ¿le pegaron?, ¿la maltrataron?

Sea como sea, ahora Bibi ha encontrado su casa. Aún veo tristeza en su mirada, pero sé que ella está empezando a sentirse en casa, que está tranquila y que se siente segura con nosotras y dentro de casa. Está empezando una nueva vida que espero que pueda curar todas las heridas interiores que seguro tiene esta perra preciosa.

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