miércoles, 28 de mayo de 2008

La pequeñaja está un poco pocha

Bueno, ya sé que llamar "pequeñaja" a una perra de 36 kilos no es precisamente algo que se ajuste a la realidad, pero como es mi niña, la llamo como quiero, hale.
El caso es que anda la pobre un poco descompuesta. Ayer ya hizo algunas cacas más bien sueltecillas, y esta mañana más de lo mismo. Debe de estar pachuchilla de alguna indigestión de hierbas, o por exceso de chuches, porque la verdad es que entre las salchichas del curso de adiestramiento (que tuvimos sábado y domingo) y las chuches que les hemos dado estos días puede ser perfectamente que esté algo indigesta...
Esta mañana cuando Sonia se ha ido a trabajar dice que ha visto a Bibi frente a la puerta, lloriqueando un poco, mientras Hamlet seguía en su cunita. Esto es bastante raro, porque ellos ya saben que quien les saca por las mañanas soy yo, así que no se levantan hasta que yo me asomo. A las 8 menos diez he oído que rascaban en la puerta del salón, y que Bibi lloriqueaba. Raro de nuevo. Así que he decidido levantarme a ver qué pasaba.
En cuanto he abierto una rendija de la puerta ella ha metido su cabeza para abrirla del todo y se ha ido directa a la puerta de la calle, dando vueltas nerviosa, rascando la puerta con la pata y llorando. Obviamente era una urgencia, porque antes no le había visto ese comportamiento, así que he decidido abrirle la puerta y que saliera al jardín, porque fuera lo que fuese lo que le pasaba, Bibi no estaba como para esperar a que yo me acabara de vestir y le pusiera la correa.
Y en efecto, se ha ido directa a un rinconcito del jardín a hacer caca varias veces. Ya del todo descompuesta.
Pobrecita, debía de estar agobiadísima y en vez de hacerse sus cositas en el salón nos ha estado llamando la atención durante media hora hasta que la hemos entendido....
A ver cómo evoluciona hoy. Creo que le herviré un poco de arroz para dárselo con la comida, a ver si se le corta la diarrea, y si no habrá que pensar en llevarla al pediatra.
Hamlet sigue bien, hecho un golfo. Y en el cole de adiestramiento el domingo le pusieron de ejemplo porque se tumba con pose de campeonato, toma ya.

lunes, 19 de mayo de 2008

Cómo odiamos a los gatos...

En realidad, quienes odian (y de qué manera...) a los gatos son Bibi y Hamlet. No hemos tenido la suerte de que sean perros a los que les gustan los gatos; ni tan siquiera que los toleren. Nada. Tolerancia Cero. Es ver un gato y algo hace click en su cerebro, ordenándole que persiga y derribe a esa víctima potencial. A por ellos. Duro y a la cabeza (o a lo que pillen).

Por fortuna, en casa no tenemos gatos (el problema de la alergia se multiplicaría con un gato). Pero por desgracia, en la zona por la que paseamos todos los días sí los hay. A montones. Vivimos rodeadas de campo y fincas en un pueblo donde (como en la mayoría) lo normal es dejar a los gatos que salgan y hagan lo que quieran, lo cual se traduce en poblaciones incontroladas de gatos, ya que a nadie se le pasa por la cabeza que la esterilización de un animal sea algo lógico o coherente. Así que ahora que estamos de plena primavera, las calles y los parques se llenan de gatos. Es decir: se llenan de objetivos potenciales para estas dos bestezuelas que ahora duermen como benditas a mis pies.

¿Habeis tratado de controlar a dos bichos de 26 y 37 kilos que se tiran a degüello a por un gato? Vale, pues yo os aseguro que es algo MUY difícil. Que es como tratar de frenar dos huracanes con puertas de papel. Tengo que ir pendiente de si se ven gatos a lo lejos para intentar ir por otro lado, pero claro, es cada vez más difícil y no se puede evitar que al girar una esquina nos demos de bruces con alguno. Horror a la vista.

Ayer pasamos por uno de esos momentos, y creo que el peor de todos. Bibi y Hamlet divisaron a unos metros a un gatito tranquilamente recogidito sobre la acera, y se tiraron a por él. Me costó dios y ayuda frenarles (un inciso: la mayoría de las veces les saco a pasear yo sola), rezando para que el gato aprovechara esos segundos para salir pitando; para mi pasmo y horror, el gatito no se movió. Entonces me di cuenta de que ese gatito ya lo vi hace un par de días cerca de casa, quietecito, y que al andar lo hace con mucha dificultad porque tiene un bulto enorme a la altura del pecho (imagino que un tumor bastante malo). Por eso no se movió al ver a mis perros ladrar e intentar llegar a él: porque le cuesta horrores moverse.

Al final ellos pudieron más que yo y me arrastraron literalmente hasta donde estaba el gato, arrinconándole contra una farola y la pared. Por suerte, llevaban los bozales, así que aunque se llevó un buen revolcón y posiblemente algún bocadito (por no hablar de susto) eso le salvó de morir literalmente de los bocados de esos dos desbocados perros. Aún no sé cómo, saqué fuerzas para separarles apenas un metro del gatito, lo justo para que él también sacara fuerzas de no sé dónde para escabullirse tras una verja y salir al campo.

Bibi y Hamlet no estuvieron contentos de perder una pieza así, habiendolo tenido tan cerca, así que me arrastraron de nuevo contra la verja intentando llegar al gatito. Me costó lo que no está escrito tirar de ellos como una bestia y llevármelos hacia casa. Aquello fue un espectáculo dantesco de ladridos (de los perros), bufidos (del gatito) y gritos (míos), que salió medianamente bien. Creo. Porque no sé cómo acabó el gatito.

Sí sé cómo acabé yo: temblando de rabia y de pena por el gatito, y con un cabreo monumental con lo que en ese instante me parecieron unas bestias pardas. Sé que el instinto de la mayoría de perros es perseguir gatos. Lo sé. Pero no puedo evitar odiarles por eso. Y más pensando en que lo único que le faltaba a ese pobre gato eran dos bestias tratando de comérselo.

Ayer por la noche fui incapaz siquiera de acariciar a los perros para darles las buenas noches; la verdad es que lo que me apetecía era gritarles que son unos bestias y unos animales. Pero claro: es que esa es la verdad, que son animales, que no razonan ni piensan como nosotros, simplemente siguen impulsos e instintos. Creo que hoy ya les he perdonado, pero sigo sintiéndome fatal por todos esos gatos a los que intentan comerse, por no hablar del miedo que tengo a que en uno de esos enfrentamientos se me escapen las correas y ellos salgan de estampida a por el gato. ¿Dónde acabarán? ¿Qué les podría pasar al gato y a ellos? ¿Y si se les cruza en el camino una moto, un coche, otra persona?

A veces pienso que no calibré bien la elección y que debería haber elegido a unos perros pequeños, en lugar de dejarme engatusar por la mirada de miel de Bibi, toda dulzura y amor...... excepto cuando se le cruza un gato (o un motorista, o una bici, o un coche ruidoso, o gente haciendo demasiado ruido, o un niño, o..... tantas cosas que me da miedo).

PD: estoy intentando coger a ese pobre gatito. La primera vez que lo vi, volviendo de pasear a las dos fierecillas, volví a por él tras dejarles en casa, pero no acudió a mi llamada sino que fue huyendo lentamente hasta perderse en el campo. Espero verle pronto por aquí e intentaré cogerle tentándole con salchichas o algo así. Me temo que si lo cojo y le llevo al veterinario me digan que el gato no tiene posibilidad alguna con ese tumor, pero al menos que no pase el tiempo que le queda en la calle, pasando frío y hambre, y pudiendo servir de comida a bichos como los míos.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Pendientes de la orejita


Dos veces al día nos toca pelea a brazo partido con Hamlet para ponerle las cremas que nos mandó el veterinario: una para el agujero de su oreja derecha, y otra para la calvita en la piel del morro. Y digo "pelea" porque el niño no lo pone naaaaada fácil. Si le ponemos las cremas justo cuando le ponemos delante el plato de comida, la cosa es más fácil, porque él se centra en sus crispis y prácticamente no pone objeciones.

Pero la cosa es muy diferente cuando hay que ponerle en la herida la cristalmina líquida, para desinfectársela. Después del primer intento decidimos que era mejor darle el spray con el bozal puesto, porque la cristalmina le escuece y se pone bastante rabioso, lanzando bocados a todo aquello que se acerca a su oreja.

Por lo que voy viendo, la calvita va remitiendo, tiene mejor aspecto y ya no se la rasca, con lo cual ha dejado de hacerse heridita. Y lo de la oreja, pues a veces tiene mejor aspecto y a veces parece que no evoluciona nada. Creo que depende bastante de si acertamos en ella de pleno al echarle la cristalmina o no.... Los 10 días del tratamiento acaban este domingo, así que esperaremos hasta entonces.

A mis nenes les gustaría mandar muchos lametones de cariño a una compi que lo está pasando mal con su patita: Xana, una princesa hecha galga. Esperamos que todo vaya a mejor, y que pronto esté correteando como tanto le gusta....
PD: la foto es un pedaaaaaacho de primer plano de Bibi, porque ella lo vale, y porque ya está bien de que el peque se lleve todas las atenciones.... Con lo guapa guapísima que es ella...

jueves, 8 de mayo de 2008

Vuelven las tormentas


En la sierra no nos libramos de este nuevo temporal de lluvias que se ha instalado en casi toda España; después de disfrutar de días soleados y primaverales, ahora toca disfrutar de otra manera con días lluviosos y también primaverales. Al fin y al cabo, esto es la primavera, ¿no?

Lo único malo que tiene lo de las lluvias es que es una incomodidad a la hora de sacar a los nenes a sus paseos diarios; por no hablar de cómo llegan a casa: empapados y llenos de barro. Los que teneis perro ya sabeis lo que eso significa.....: restos de agua y barro por toda la casa, amén de las marcas de patitas en la ropa. Bueno, un mal menor que se soluciona con fregona y lavadora...

Para ellos imagino que tampoco es lo más cómodo tener que salir a dar un paseíto con lluvia, pero claro, tendrán que hacer sus cositas y estirar un poco las patitas, que aunque tengamos algo de terrenito no es lo mismo que dar un paseo olisqueando árboles, matorrales, piedras, restos de toooodos los otros perros y gatos que han pasado por allí antes... Además, tienen que darle el ladrido de rigor a los caballos y los terneritos que hay en un par de fincas por delante de las que pasamos.

Ahora mismo están durmiendo en sus cunitas (o lo que queda de ellas, porque las tienen destrozaditas de tanto pegarles bocados), a mi lado, como unos angelitos de cuatro patas. Hemos encendido un poco la chimenea, por aquello de quitar el frescor que de repente ha vuelto, y a ellos les ha parecido una idea soberbia. Ideal para estas siestas vespertinas que tanto les gustan.

Os dejo una foto que le hicimos a Hamlet durante el viaje al pueblo este puente. Bibi se pasa los trayectos en coche tumbada en el asiento, todo lo larga que es, con lo que Hamlet tiene que acomodarse donde buenamente puede. Generalmente le gusta meter la cabecita entre nuestros asientos, y la red que le pusimos al coche no parece que le suponga un problema excesivo... Creo que probaremos a instalar unas barras fijas, porque lo de la red es un cachondeo.

martes, 6 de mayo de 2008

De visita al veterinario


Mis dos fierecillas han pasado hoy por la consulta del veterinario, a ponerse la vacuna, que ya les tocaba; bueno, en realidad le tocaba a Bibi, pero hemos decidido revacunar a Hamlet con ella para así llevar las vacunas a la par, y que nos sea más fácil recordar cuándo le toca qué vacuna a cada uno de los nenes.

Se han portado genial, y yo que iba toda asustada pensando que iban a armar la marimorena en la consulta..... Y qué va. Hamlet estaba todo relajado, que hasta se ha tumbado a su bola. Bibi estaba algo más desconfiadilla, sobre todo cuando le ha visto preparar las vacunas y esas peasssso de agujas, pero vamos, que ni ha hecho amago de morder ni de gruñir ni nada parecido. Contentísimas hemos salido de cómo se han portado los nenes.

Aparte de por la vacuna, queríamos que le echara un vistazo a Hamlet por dos cositas: una herida que tiene en una oreja y una calva que le ha aparecido en el pelo cerca del morro. Lo de la oreja ya me estaba preocupando, porque lo tiene desde hace casi dos meses y no ha ido mejorando más que a ratos con el betadine; ahora mismo tiene la herida bastante abierta, es como un agujerito, y le tiene que molestar porque a veces se rasca y al hacerlo se queja. Dice el vete que no sabe muy bien por qué la puede tener, pero parece algo a lo que está él predispuesto porque en la otra oreja tiene también irritada la zona del cartílago (es por la mitad de la oreja, justo la zona por la que se dobla la oreja al tenerla relajada). Le ha mandado desinfectante y una cremita antiinflamatoria y con antibiótico; a ver qué tal dentro de 10 días...

Lo de la cara parece que se trata de hongos. La analítica de leishmania que se hicieron en ANAA en noviembre dio negativo, así que en principio no hay por qué pensar que es un síntoma de que tiene la enfermedad. Por ahora le tendremos que poner una crema dos veces al día, y ver cómo evoluciona en 10 días. Si la cosa no mejora o si aparecen más calvas en otra zona habrá que pensar en hacer una analítica y en tomar medicamentos para que desaparezcan esos hongos.

También les hemos pesado, para saber exactamente el peso de nuestros monstruitos.... En el rincón derecho, con 26 kilos de peso: Hamlet; en el rincón izquierdo, con 37 kilos de peso: Bibi. Los dos están bien en ese peso, así que simplemente habrá que verificar que no vayan aumentando demasiado de peso con el tiempo (aunque con la dosis de salchichas que le damos para el adiestramiento, no sé yo....).

La foto del post la tomamos este puente en la finca de los abuelos de los nenes, jejejeje. ¿A que se les ve en la gloria? Hamlet descubrió que las cerezas recién caídas del árbol están riquísimas, y se dio un atracón, el muy bestia....

Besitos de parte de todos.