lunes, 28 de abril de 2008

Ya se nota la primavera....

Mis peques se lo pasan pipa en sus paseos al parque, acaban de descubrir que les encaaaaaanta revolcarse sobre la hierba, dar vueltas sobre sí mismos, reptar y frotarse con la hierba. La primera vez pensé que se estaban dedicando a eso que les suele gustar tanto a los perros y tan poco a sus dueños: revolcarse sobre una caca; pero no, lo que les gusta es la hierba fresquita. Así que ahora, en varios momentos del paseo, a los nenes les da un aire y se tiran literalmente al suelo. La verdad es que están un rato graciosos...

Ayer volvimos a tener clase de adiestramiento, y nos volvimos con nuevas tareas para esta semana: practicar la llamada para que se acerquen cuando les llamamos. Una de las lecciones que más nos interesa y que creo que nos va a costar más....

Y luego, claro, las tareas específicas para Bibi: seguir habituándola a los gestos bruscos, para que al vérselos a un desconocido no se tire a por él. Le estuvo echando un vistazo Alfonso, que es el capo del equipo de adiestramiento, y por supuesto mi niña casi se lo come en varias ocasiones. Me sigue sorprendiendo que toda la dulzura que muestra en casa sea capaz de convertirse en tanta agresividad.

Para Alfonso puede que tengamos delante un problema de dominancia más que de miedo, y ya no sé qué es peor.... Lo único que quiero es que esta belleza no se lance a gruñir o morder a otros perros o a personas. No quiero convertirla en una perra super sociable, sólo que deje de tener esa agresividad que nos complica la vida a ella y a nosotras. Alfonso cree que trabajándolo se puede conseguir, así que vamos a seguir con ello.

Lametones de mis fierecillas.

miércoles, 23 de abril de 2008

Mis dos pequeños amordazados


Bueno, ahora ya salen los dos nenes con los bozales puestos.... Eso es para que no se tengan envidia el uno del otro, jejeje. La verdad es que a Hamlet no le venía mal, porque también tiene algunos arranques asalvajados que hacen conveniente que vaya con su bozalito puesto. Así que ahora vamos por la calle como si llevaran un cartel puesto que dijera: "¡Cuidado! Semos peligrosos...". Que según como se mire, resulta cierto...

Ponérselos no resulta del todo difícil: ella parece resignada, y él se vende por una salchicha, así que en eso andamos.

Lo bueno es que cuando Sonia y yo les sacamos, resulta mucho más fácil hacer algo de terapia de choque con los dos, no sólo por lo del miedo de Bibi a personas y perros, sino también por la impulsividad de Hamlet. Así que armadas de salchichas estamos logrando poco a poco que Bibi ignore a los perros que le ladran al otro lado de las verjas, y que él se controle también un poquito más. Incluso yendo yo sola con los dos he comprobado que la salchicha es el arma infalible para controlarles (una salchicha para dominarlos a todos....), y si les noto un poco inquietos porque ven a alguien que se acerca, les doy una salchicha, les acaricio, les digo "muuuuyyyy bien" con vocecita de encantada, y todo va como la seda.

Con los paseos primaverales que tenemos desde hace un par de días estamos coincidiendo con más gente de la urbanización, que nos pregunta por los perros. Como les ven con los bozales, algunos nos preguntan si de verdad es necesario; claro, si les ven cuando están calmaditos, pues no parece que se conviertan en perros asilvestrados cuando les da el venazo...

Si mis nenes les ladran, ya no empiezo a tirar de ellos para llevármelos lejos. Lo que he decidido hacer es empezar a gritarles "¡No, no, no, no, eso no!", y a apaciguarlos, hasta que por fin se quedan quietos y sentados. Quiero que vean que una persona que pasa junto a ellos no les va a hacer daño, que no pasa nada por estar a 3 metros de otro ser humano porque nadie les va a lastimar. Ese tiempo ya pasó, ahora están en otra vida diferente y tienen que ver que no hay peligro para ellos, que les vamos a defender si es necesario, pero sobre todo que les vamos a dar armas para que por sí mismos vean que no van a sufrir daño alguno.

En fin, parece que vamos progresando, pues. Estamos deseando volver al cole, a ver qué lección nos toca. La orden de sentarse ya la dominan a la perfección, y la de tumbarse Hamlet la pilló en seguida, y ella se hace más la remolona (aunque acaba por tumbarse). Como el domingo pasado se suspendió el curso debido a la lluvia, hemos tenido tiempo de practicar, jejeje.

¡Ah!, y buena reacción de Bibi ante visitas de amigos que no habían estado en casa. El sábado estuvieron en casa un par de amigos que no la conocían, y que adoran a los animales, así que les armamos de salchichas y les presentamos a nuestras dos pequeñas fieras. Hamlet estuvo en su línea: alterado queriendo jugar, lamer y mordisquear a todos (esa manía se la tenemos que quitar....), y Bibi acabó tendida boca arriba pidiendo que la sobaran más y más y más... Genial, un pequeño pasito más en la socialización de la niña....

Lametones de parte de mis dos enanos.

martes, 15 de abril de 2008

Cómo mola salir de excursión




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Y sobre todo si es entre semana, cuando no hay que compartir la naturaleza con el resto de excursionistas de fin de semana, jejeje.
Hoy hemos salido a comer y pasear por el entorno de Rascafría; la idea era aparcar en el área recreativa de Las Presillas, y desde ahí coger la ruta que sube hasta la cascada del Purgatorio, pero resulta que el área recreativa está cerrada a cal y canto hasta mayo, así que hemos tenido que aparcar 500 metros más allá, y hemos improvisado otra ruta siguiendo unas indicaciones de senda para caminar, justo enfrente de Las Presillas.
Ha sido un día estupendo, hemos podido pasear con ellos sin el estrés de cruzarnos continuamente con otras personas, hemos comido debajo de los árboles, hemos seguido haciendo los ejercicios de adiestramiento que nos mandó la profe.... Creo que les estamos cebando a salchichas, pero al menos ya se sientan a la orden, y lo del "tumbado" lo están pillando bastante bien.
Ha habido momentos tensos cuando hemos pasado por delante de parcelas donde tienen burros y vacas, porque se siguen poniendo muy alterados cuando ven a semejantes bichos cerca de ellos. Pero estamos poniendo en práctica lo que nos dijo la profe: regañarles muy muy en serio cuando ladran y se ponen brutos, hasta que se quedan quietos y tranquilos, y entonces les acariciamos, les decimos "muy bien!" y les damos unas salchichas. Creo que lo van pillando, cada vez nos cuesta menos que se calmen. ¡¡Espero que eso sea señal de que las cosas están funcionando!!
Es genial poder disfrutar del campo con ellos. Estos placeres son los que necesitábamos y buscábamos cuando dejamos Madrid y nos vinimos a la sierra. Una apuesta fuerte que de momento no nos ha dado más que satisfacciones y alegrías. Siempre hay momentos de bajón, como sucedió con mis niños el fin de semana pasado, pero creo que los momentos de plenitud y felicidad los compensan con creces.
Las fotos que ilustran el post son de una excursión anterior, la que hicimos al puerto de Canencia, también muy cerquita de casa. Pero me sirven para atender la petición de Inés, que en un comentario me decía que cree saber quienes son mis peques, porque es socia de ANAA. A ver si son quienes creías...
Desde luego, son un rato guapos, los jodíos....
Besotes y lametones de mis dos fierecillas.

lunes, 14 de abril de 2008

Mi pequeña Hannibal Lecter

Hoy hemos comprado un par de bozales, de los de nylon ajustable, para nuestras dos fieras. Me apena tener que ponérselos, pero es lo mejor para todos, de eso estoy segura. Y en el paseo de esta tarde lo he estrenado con Bibi, que es la que lo tiene que llevar sí o sí.
Primero hemos practicado en el patio, con muchos mimos antes, durante y después de ponérselo. La pobre no se ha resistido, aunque me miraba con una carita de cordero degollado.... Es una bendita en casa; lástima que fuera de ella sea tan compleja y con tan mal genio como está demostrando. Ahora con su bozalito puesto parece una copia perruna de Hannibal Lecter en "El silencio de los corderos".
Durante el paseo se lo ha conseguido quitar con la pata en un par de ocasiones; nada que un mejor ajuste en la cinta no consiguiera arreglar. Creo que de los nervios y la incomodidad se le ha olvidado hasta lo de hacer pipí. Pobrecita mía. Me da tanta pena verla así... Saber que es un amor y un cielo con nosotras, y que en cambio a un desconocido lo puede hacer trizas en un par de bocados....
Mañana nos vamos de excursión, cerquita de casa, a comer al aire libre, lejos de la urbanización, de sus perros, de la gente haciendo footing, de todo lo que pone nerviosos a mis niños... Nos vamos a Rascafría, a hacer la ruta que sube hasta la Cascada del Purgatorio; no sé si llegaremos hasta el final, pero como se decía en algún sitio, lo importante es el camino.
Mis niños, que ahora duermen en sus cunitas enfrente de la chimenea encendida, os desean buenas noches.

domingo, 13 de abril de 2008

Un duro fin de semana


Este fin de semana ha tenido de todo: momentos de tensión, de bajón, de alegría, de miedo, de incertidumbre... Momentos llenos de lágrimas y de sonrisas, de dudas y de esperanzas. Momentos en los que he estado pensando en la decisión más difícil para mí en mucho tiempo: devolver a Bibi y Hamlet al albergue.


El sábado por la tarde escribí un correo a la persona que llevó la adopción de los dos, diciéndole que no podía más y que los iba a llevar de vuelta al albergue. Este mediodía le he escrito otro correo rectificando y diciendo que vamos a seguir luchando por conseguir una convivencia normal para Bibi y Hamlet.


El desencadenante de todo ello fue un paseo desastroso el sábado por la tarde. Demasiada gente por la urbanización por la que paseamos (mucha gente que viene a los chalets los fines de semana), perros sueltos, Hamlet ladrando y tirándose hacia todo lo que se movía, Bibi extra nerviosa lloriqueando y ladrando,...


Nos pasamos el paseo esquivando al perro de la esquina, a los niños de la otra calle, a los corredores de más allá, a los niños en bicicleta,... Ya volviendo a casa tenemos la mala suerte de cruzarnos con los dos tipos con gorra, de malas pintas, que muchas veces nos encontramos y a los que mis niños siempre siempre les ladran; creo que el instinto les dice que no son de fiar y les ladran y gruñen. Ellos se nos han encarado, diciendo que ya estaba bien de ladrar, que la próxima vez les iban a dar con un palo a los perros, y que nos iban a denunciar por llevarlos sin bozal. Hemos tenido un cruce agrio de palabras, intentando controlar a los perros.


Después de eso, giramos la esquina y un perro suelto viene flechado hacia nosotros. Era Perico, que nos lo hemos cruzado otras veces y no ha pasado nada, salvo los típicos olisqueos, pero mis perros debían de estar ya muy excitados después del encontronazo y han empezado a ladrar y a mostrarse inquietos. La dueña de Perico venía corriendo a por él, y cuando se ha agachado a cogerlo ha pasado tan cerca de Bibi, con algo en la mano, que ella le ha lanzado un bocado. Ha sido el típico bocado de marcar, de dar bocadito y tirar para atrás, pero mordisco al fin y al cabo. La pobre mujer encima disculpándose porque la culpa era suya por llevar al perro suelto.


Al final hemos vuelto a casa tirando de ellos, con una mezcla de rabia, enfado, culpa, impotencia y mil cosas más que nos habían dejado a las dos muy mal cuerpo. Bibi había mordido a una persona, y eso ya entra dentro de los problemas serios; no se trata de que vaya dando tirones en los paseos, sino de que podía hacer daño, y mucho, a quien se cruzara con ella y no le cayera bien.


Me pasé la tarde llorando, y decidí que no podía hacer más con ellos, que me sobrepasaban y que encima esto me estaba costando disgustos y broncas con S., algo que jamás hubiera pensado. Y decidí de forma cobarde que lo mejor era devolverlos, para que pudieran encontrar una familia que sí supiera darles lo que necesitan y que yo no me veía capacitada para darles.


De madrugada, entre sollozos, lo estuvimos hablando y decidimos que íbamos a darles otra oportunidad, que las clases de adiestramiento que acabamos de comenzar nos pueden ayudar en esto, y que ellos se merecen que lo intentemos. A fin de cuentas ellos no saben qué están haciendo mal, y somos nosotras quienes tenemos que enseñarle lo que pueden y lo que no pueden hacer.


Así que esta mañana hemos ido al curso, con ojeras y los ojos hinchados del llanto, y hemos comenzado a poner los cimientos de esa educación que debe garantizar a todos una convivencia pacífica, sin sobresaltos. Miriam, la adiestradora que está con nosotras, ha podido ver in situ qué necesitamos para Bibi, porque cuando ha ido a cogerla de la correa para utilizarla de ejemplo en un ejercicio, le ha lanzado otro bocadito.


Al final de clase Bibi se ha tenido que quedar, como el alumno problemático al que el profesor hace quedarse un rato para hablar con él. Miriam nos ha estado dando pautas de cómo empezar a tratar el problema de agresividad de Bibi: ya que a nosotras nos tiene total confianza, quiere que hagamos gestos bruscos y repentinos, como si fuéramos a golpearle, pero frenando y acabando en caricia, para que se vaya desensibilizando y sienta que no todos los movimientos que hacen los extraños son para hacerle daño. Así que en eso estamos.


El paseo de hoy ha ido algo mejor. Cuando nos hemos cruzado con perros tras las verjas que nos ladran y que ponen muy muy nerviosa a Bibi, lo que hemos hecho es acariciarla y darle salchichas cuando estaba tranquila y no lloraba ni daba tirones, y dejar de hacerlo cuando ella empezaba a portarse de esa manera. Milagrosamente, parece que ha funcionado, porque ha rebajado bastante el nivel de nervios.


Nos va a tocar trabajar mucho con ella. El caso de Hamlet es simplemente el de un cachorrote que nunca ha tenido educación; pero el de Bibi es el de una perra mayor, asustadiza y desconfiada, que se refugia en la agresividad para protegerse.


De momento, mañana mismo vamos a ir a comprarle unos bozales a los dos, a ver si acertamos de una vez con la talla, porque la semana pasada les compramos unos que les caben en la punta del hocico....


Nos espera un duro y largo camino por delante. Pero sé que les necesito en mi vida para ser completamente feliz, que llenan una parte de mí que sólo el cariño incondicional de un animal puede llenar. Merecerá la pena el esfuerzo, y se lo debo a los dos. Mi pequeño príncipe rebelde y mi pequeña princesa malencarada.... Viéndoles tan tiernos cuando duermen a nuestros pies se me hace difícil creer que las bestias pardas en que se convierten a veces son los mismos perros....

viernes, 11 de abril de 2008

Me lo como todo, todo y todo


Uno de los problemillas más constantes con los que me estoy encontrando es la manía de Hamlet de llevárselo tooooodo a la boca. Bueno, no sólo se lo lleva a la boca sino que lo mastica y se lo traga. Le da igual si es un kleenex, una funda de móvil, una piedra, un plástico, un guante de lana, el relleno de sus cunitas, un hueso encontrado en la calle, cacas ajenas,... Vamos, lo que sea.

Evidentemente, esto puede llegar a ser un problemilla sin más o un problema de los gordos, en función de lo que se trague. Aparte de posibles parásitos o infecciones que pueda coger al comerse las deposiciones de otros perretes, se podría llegar a provocar una perforación o una obstrucción intestinal al comerse plásticos o textiles. Hace unas semanas se comió enterito un guante de lana, y hasta 3 días después no lo vomitó, enterito (lo cual quiere decir que no se lo fue comiendo a bocaditos sino que se lo trincó enterito, de un solo golpe, el tío bestia...).

He estado pensando seriamente en la posibilidad de sacarle a la calle con bozal, pero eso sólo solucionaría parte del problema: lo que se come en la calle. Pero claro, en casa, ¿qué hacemos? Porque cosa que queda a su alcance, cosa que va a la boca... Me han comentado la posibilidad de ponerle tabasco o algo similar en las cosas que son propensas a que se coma, para que así escarmiente y no vuelva a intentarlo, pero no sé si es un método efectivo. Además, esto supondría que tendría que embadurnar de tabasco prácticamente toda la casa....

Bibi, mi niña, no tiene este problema porque no suele comerse ningún objeto extraño. Y si se lleva a la boca un hueso callejero, por ejemplo, no tengo ninguna dificultad a la hora de quitárselo. No es como Hamlet, que se pone hecho un lobo fiero si lo intento...

El problemilla de Bibi es que cuando localiza algo de comida, a por ella que se lanza. Con esto quiero decir que hemos tenido que poner el saco de pienso a buen recaudo porque ya nos lo ha tirado al suelo en dos ocasiones y se ha zampado lo que quedaba en él.

La primera vez no fue muy grave, porque apenas quedaba pienso para la ración de la cena. Pero la segunda vez que echó el saco al suelo, lo abrió y se lo comió, quedaba algo así como kilo y medio. Y digo "quedaba" porque luego no quedó nada: la niña se lo zampó. Claro, luego pasó una noche toledana con diarrea incluída, cortesía del atracón que se había dado.

La foto que ilustra el post es de esta segunda comilona; así me la encontré cuando abrí la puerta, con la cabeza metida en el saco del pienso que acababa de vaciar. Si es que cuando quiere es un torbellino....

jueves, 10 de abril de 2008

Seguimos avanzando...

Hace ya bastante tiempo que no actualizo este blog....

Durante estas semanas ha habido un poco de todo; tiempo para la alegría y tiempo para la desesperación.

Reconozco que durante un día estuve planteándome seriamente la opción de devolver a Hamlet al albergue. Supongo que todo se unió: unos malos días, la astenia primaveral, y el bocado que me dio cuando intenté quitarle algo de la boca que había cogido de la calle. No me gusta que un perro de 40 kilos me gruña y me enseñe los dientes a punto de lanzarme un bocado, y menos aún me gusta que me muerda; y ese es un defecto muy grande que tiene Hamlet.

Pero al final decidí ser positiva, pensar en lo cariñoso que es, y recordar que no es más que un niño grande al que nadie jamás le ha enseñado cómo comportarse. Ahora que está en una familia, se supone que es cuando hay que empezar a educarle, y no quedarme esperando a que él solito sepa qué está bien y qué está mal, ¿no?

La primera piedra para esta recuperación la hemos puesto empezando el cursillo de adiestramiento de 3 meses que imparte en ANAA un buen adiestrador. La semana pasada tuvimos la primera toma de contacto, y este domingo empezamos en serio la formación de los dos nenes. Espero que así obtengamos las herramientas con las que educarles de forma correcta para tener dos perros educados y felices, y no dos perros que van a su bola y que al final nunca obtienen lo que desean.

De momento ya van respondiendo a su nombre, lo que no quiere decir que vengan cuando se les llama.... Bueno, Bibi es más obediente para eso, pero Hamlet nos mira de lejos intentando averiguar si tenemos una chuche o no en la mano antes de acercarse.... Tenemos tanto que aprender!!!

Por eso no quería un cachorro...

La madre que lo parió.

Ahora mismo es la única frase que me viene a la cabeza.

La madre que lo parió.

Joooooodeeeeeeer, es que acabo de terminar de limpiar el comedor con agua y lejía porque al señorito (obviamente de quien me estaba acordando es de la madre de Hamlet) le ha dado por mearse tres veces, tres, en el comedor.

He bajado pasadas las 8:30 a sacarles para el primer pis, y al entrar me encuentro la cunita de Hamlet con una mancha enoooorme de pis. "Joder -me he dicho- ya se podría haber esperado un poquito, que ayer les saqué a las 10:30 de la noche y él se hizo su buena meada". Le he reñido de manera suave, "nooooo, esto no lo tienes que hacer, chico, el pis se hace fuera", y entonces veo que se va con la cabeza agachada y se pone al lado del sofá.

Desde donde yo estaba sólo le veía la cabeza, pero cuando llevaba varios segundos quietos en la misma posición me ha venido una idea a la cabeza que he rezado para que fuera mentira. "No, no, nonononono, verdad que no es cierto, Hamlet?".
Pues sí que era cierto: al asomarme por encima del sofá le veo con la patita levantada echando la meadita de turno justo en la esquina del chaisselongue del sofá. "¡¡¡Nooooooooooooooooooooooooo!!! ¡¡¡Eso noooooo, Hamleeeeeeeeet!!!". Al ir yo corriendo hacia allá, él ha parado la meada y ha salido corriendo, pero claro, una vez que empiezas a hacer pis ya es difícil parar. Así que mientras yo me estaba acordando de toda su familia perruna a voz en grito, le noto otra vez quieto parado en un mismo sitio, y al rodear el sofá le veo con las cuatro patas abiertas y meándose a lo bestia; al menos esta vez se meaba en el suelo.


Esta vez le ha dado igual que le gritara "No, no, no, no". Simplemente ha decidido que no podía parar y se ha quedado a gusto.
Él sabe perfectamente que ha hecho algo malo, porque me miraba con esa cara de culpabilidad que ponen. Pero imagino que no ha podido evitarlo.

Joder, llevaba 3 semanas sin mearse en casa, y ahora esto..... Y en cierto modo estoy tan cabreada porque en el fondo creo que la culpa ha sido mía; durante 3 semanas les he sacado al primer paseo entre las 7:30 y las 8:00, pero como veía que al bajar ellos seguían durmiendo, pues he ido retrasando el paseo, y los últimos días salíamos casi a las 8:30. Esta noche además he tenido dolor de cabeza, con lo cual he reoloneado más en la cama. Y la suma de todos los factores ha dado como resultado esta triple meada.

Total, que ahora tengo:

- la cunita secándose al sol; no sé si echarla a la lavadora, porque casi no cabe y le tendría que meter a presión, hecha un gurruñito (igual lo hago); le he echado desodorante de ese líquido para la ropa, pero imagino que el olor no se le va a ir, y no quiero que asocie ese olor con un sitio permitido para hacer pis.
- la esquina del sofá bien lavada con una bayeta y jabón, además de con un producto para la limpieza de tapicerías, y con un buen chorreón de desodorante textil. En un par de horas, si no está seco, le daré con el secador de pelo.
- el suelo fregado dos veces con lejía, para intentar que no se quede el olor.
- la tela con la que cubrimos el chaisselongue lavada y secándose, porque claro, la meada la ha recibido también ella.

Os juro que si me lo preguntaban ahora mismo, le ponía un lacito y lo devolvía a ANAA. Si ya les dije yo que no quería cachorros......

Y para colmo, no sé cuánto tiempo le va a durar al cabroncete su cunita del garaje, porque cada día se come un trozo distinto. Ayer estuve cosiendo el último bocado (literal) que le había dado a la colchoneta.

Días sin escribir...

Vaya, acabo de darme cuenta del tiempo que llevaba sin actualizar.... He estado un poquito liada, y bastante he tenido con los nenes en vivo y en directo como para luego anotarlo en el blog, jejeje.

Hemos hecho un nuevo amiguito perruno; se llama Perico, y es un perro medianito, paticorto y negro. El primer encuentro fue de sopetón, porque el dueño le llevaba suelto y nos dimos de bruces con él al ir a girar una esquina. Como la diferencia en número y tamaño beneficiaba a los míos, me estaba temiendo un episodio sangriento, pero resultó que no, que los tres se pusieron a mover el rabito y a olisquearse, y ahí estuvieron tan pichis un ratito. El dueño de Perico y yo estábamos un poco asustadillos por si aquello cambiaba de repente, pero no, la cosa no pasó de olisqueos y meneítos de rabo.

Al día siguiente nos lo encontramos otra vez, y lo mismo: olisqueos y todos contentos. Bibi hace un repaso general y luego ya se desentiende del tema, prefiere quedarse pegadita a sus mamis, pero Hamlet sigue y sigue detrás del pobre Perico, que ya tuvo que darle un ladrido para que dejara de acosarle.

Este pasado fin de semana también descubrimos una cosa (que ya sospechábamos): Bibi se tiraría a degüello a por aquella persona o animal que viniera con malas intenciones. Vino de visita una amiga a la que le encantan los animales, y estaba jugando con Hamlet tirándole uno de sus juguetes mientras Bibi estaba a mi lado; entonces ella levantó el brazo sobre su cabeza para lanzar el juguete y creo que Bibi interpretó que iba a hacerle daño a su hermanito, así que se lanzó hacia ella y se plantó delante enseñándole los dientes y gruñendo. No hay que decir que la pobre chica se quedó blanca....

La estuvimos calmando (a la perra) para que viera que no pasaba nada, y luego ya hasta le daba lametones a nuestra amiga. Pero el momento de pánico que pasó la pobre chica no se lo quita nadie. Ella cree que si S. no se llega a interponer entre las dos, le hubiera arreado un bocado. Yo creo que no, que primero la hubiera avisado haciendo lo que hizo: ladridos y gruñidos plantada delante de ella. Pero por si acaso, mejor no haberlo tenido que saber.... Joer con la Bibi.

También hemos descubierto que las mamis y los nenes tenemos las mismas malas sensaciones hacia dos tipos que están habitualmente por la urbanización en la que paseamos, y que suelen ir con unas pintas bastante desastradas y unas gorras rojas. Nada más verles los dos se ponen a ladrar, y eso que Bibi no ladra más que cuando está ya desquiciada con algún perro cansino que le ladra desde su casa.

Cuando les veo a lo lejos procuro no coincidir con ellos, no sea que no pueda controlar a las dos fieras y armemos la marimorena.

En general las cosas van más o menos como siempre, aunque vamos haciendo algunos avances en la educación de los nenes. Por ejemplo, lo del "quieto" parece que lo van pillando. En los paseos obedece más la orden Bibi, pero a la hora de darles la comida obedece más Hamlet, que es capaz de pasarse un buen rato sentado delante del plato de pienso sin bajar la cabeza y empezar a comer.

En fin, pocas cosas más. Estamos deseando empezar el curso de adiestramiento, a ver si nos dan algunos trucos para controlar más a las fierecillas, sobre todo al bebé, que es el que da más problemillas.

Lametones de parte de Bibi y Hamlet.

Los temores de Bibi

No sé bien qué le pasó a Bibi en los años anteriores a que fuera recogida por los servicios de la Comunidad de Madrid, cuando ingresó en el CIAM. No lo sé pero lo puedo intuir por la manera que tiene de reaccionar ante ciertas situaciones. Quizá me equivoque, pero creo que lo que hace un perro hoy, en el presente, tiene mucho que ver con lo que le pasó tiempo atrás.
Por ejemplo, cada vez que oye ladrar un perro a lo lejos ella empieza a lloriquear, como advirtiendo que se está empezando a poner nerviosa porque puede venir un enfrentamiento y ella no lo desea por nada del mundo. Su actitud no es de chulería, ni siquiera cuando se decide a lanzarse a ladrar al perro o intenta tirarse contra la verja del chalet en cuestión; su actitud es de miedo total, y de "ya que me van a agredir, iré yo a atacar primero".

No sé si es que ha sido mordida por otros perros, o por lo menos ha tenido alguna refriega seria de la que salió malparada. Quizá es sólo un mecanismo de defensa para no entrar en peleas que le pueden suponer dolor. El caso es que de los mismos nervios, una vez que deja de intentar morder al otro, enseguida busca un sitio para hacer pis. ¿Lo hará para marcar el terreno y decirle algo al otro perro?, ¿o es simple cuestión de nerviosismo?

También creo que a Bibi le han tenido que pegar, por varios motivos. Primero, porque en los paseos siempre siempre siempre va pegada a mi lado; y cuando se da cuenta de que se ha separado demasiado o de que va muy delante o muy detrás, enseguida corrige la posición con la cabeza y las orejas agachadas, como si estuviera diciéndome: "Perdón, perdón, sé que lo he hecho mal, lo siento de verdad". Ese comportamiento no es innato en un perro, y la única manera que se me ocurre para que ella lo tenga tan interiorizado es que le hayan pegado cada vez que no ha ido andando junto a su dueño.

Otro motivo: esta mañana les he sacado al patio para tenerlos atados con el cable de acero de 9 metros que compré, para que se vayan acostumbrando al espacio. Mientras ataba a Hamlet, ella ha pasado andando junto a mí y ha empezado a doblar la esquina de la casa, yendo hacia la parte frontal del patio. A mí me ha dado miedo de que decidiera saltar la valla o algo así, por lo que he empezado a llamarla y he salido andando rápido tras ella.

Su reacción ha sido la de andar más rápido, así que yo he arrancado a correr; entonces ella ha salido escopeteada y ha subido las escaleras para quedarse quieta frente a la puerta de la casa. Se ha quedado muy quieta, con las orejas agachadas. Yo he intentado calmarla y la he cogido un poco del collar, sin tirar apenas, para llevarla de vuelta a la parte trasera del patio, donde estaba el cable. Entonces ella se ha ido agachando agachando, ha dado un pequeño quejido y se ha tirado al suelo, patas arriba, como pidiendo que no le hiciera daño. Insisto: apenas la estaba tirando del collar, sólo la estaba guiando con él.

¿Le han pegado antes, cuando no iba al sitio al que la mandaban ir? Yo creo que sí, porque esas reacciones instintivas de miedo a lo que le pueden hacer a raíz de un acto suyo no son normales. Aún ahora, que nos conoce, le sigue asustando notar nuestra mano que se acerca a su cabeza para acariciarla, y la agacha instintivamente.

Por lo que me contaron, antes de ir al albergue de ANAA, Bibi estuvo un par de años en el del CIAM (el Centro Integral de Acogida de Animales de la Comunidad de Madrid), y allí al principio ni siquiera se podía entrar en la jaula porque se lanzaba a morder a las personas. Era una perra agresiva. Poco a poco se fue calmando, y aunque no tolera a todos los perros, sí es capaz de relacionarse con algunos.

Del mismo modo, aunque sigue teniendo bastante timidez a causa del miedo, ya no es agresiva con la gente, salvo con los niños. No los soporta. Los ve a lo lejos y se pone en guardia. ¿Acaso fueron ellos los que hace años le cortaron la cola?, ¿le pegaron?, ¿la maltrataron?

Sea como sea, ahora Bibi ha encontrado su casa. Aún veo tristeza en su mirada, pero sé que ella está empezando a sentirse en casa, que está tranquila y que se siente segura con nosotras y dentro de casa. Está empezando una nueva vida que espero que pueda curar todas las heridas interiores que seguro tiene esta perra preciosa.

¿Sueñan los perros con praderas naturales?

Aquí estoy, sentada en el comedor, con la chimenea encendida, Bibi durmiendo en su cunita y Hamlet durmiendo a mis pies. Los dos duermen como benditos, cada uno a su manera: ella profundamente, con festival de ronquidos incluídos; él con las orejas tiesas, pendiente pese a todo de cualquier cosa que suceda. Ella es así de tranquila, él es así de inquieto.

Esta tarde me la he pasado casi entera en el salón con ellos, y los nenes han estado durmiendo buena parte de esa tarde. La verdad es que duermen como ceporrillos....

Tanto dormir a veces me hace pensar en si ellos sueñan del modo en que lo hacemos nosotros, o si lo hacen pero de una manera muy diferente. ¿Acaso ellos sueñan recreando las sensaciones que han tenido en sus paseos? ¿Vuelven a oler todo lo que han olido?, ¿a intentar cazar a ese gato que se ha cruzado?, ¿sienten otra vez la agitación de haberse cruzado con otro perro?

Les veo taaaan relajados que me parece imposible que estén reviviendo todo lo que les ha pasado durante los paseos, pero también me parece extraño que puedan pasar todas esas horas con la mente en blanco. ¿Qué les pasará por su cabecita a mis niños?

Cambiando de tema: esta tarde Bibi casi mata de un infarto a un gato. El pobre estaba metido dentro del jardín de uno de los chalets, y como había un muro de piedra hasta media altura no se ha dado cuenta de que Bibi andaba por allí hasta que ella se ha puesto de pie a dos patas y ha aparecido justo delante del pobre gato. Creo que el minino ha batido un nuevo récord de salto de altura hacia atrás....

Hemos tenido un paseo algo agitado porque además del perro tocapelotas que nos ladra siempre desde detrás de la verja de su chalet (es un perro pequeñajo pero que nos ladra como si fuera un rottweiler, y la pobre Bibi se pone histérica), los dos nenes han decidido a ponerse a jugar a las peleas en mitad del parque. Os podeis imaginar el espectáculo, ellos dos saltando y lanzándose el uno contra el otro, cruzándose por delante y por detrás de mí, mientras yo trataba de manejarlos con una correa en cada mano. Me han pisado, se han estrellado contra mis piernas, me han retorcido un poco las muñecas,.... vamos, lo normal de estar en medio de una pelea de titanes.

Bueno, os dejo porque el niño pequeño reclama mi atención metiendo el hocico sobre el teclado; como el cabroncete es tan alto y tan largo, llega a todos lados....

Momento de pánico nocturno

Joder, por un momento esta noche he pensado que nos esperaba una madrugada movidita como la de hace dos días.... A las 4:20 nos despierta uno de los dos nenes (no sé cuál, pero apostaría mi pie izquierdo a que ha sido Hamlet) rascando como un bestia en la puerta del comedor. Han sido apenas 3 segundos de meneos a la puerta y luego el silencio.....

Me he tirado la siguiente media hora despierta diciéndome: "Ahora volverá a darle a la puerta...; no, ahora....; no no, ahora sí....". Pero no, no se le ha vuelto a escuchar en toda la noche.

Yo creo que se ha debido a un momento de miedo que le ha entrado por la ventolera que se había puesto desde primera hora de la noche, y que en esos momentos tenía unas rachas de viento impresionantes. El ruido del viento nos ponía nerviosas a nosotras, así que imagino que a ellos tampoco les haría mucha gracia. Además, justo coincidió con que el viento había tirado o empujado algo que pesaba o que hacía mucho ruido, y eso seguramente fue lo que le acojonó del todo al que se acercó a la puerta suplicando seguridad.

Al final todo quedó en una falsa alarma, pero por unos momentos he temido una nueva escenita....

Aquí el tiempo lleva siendo de invierno-invierno desde hace un par de días. El viento es muy fuerte y helado; con deciros que del primer día se me helaron las manos (bueno, exactamente eso que son como los nudillos pero están más arriba; de donde salen los dedos....) y ayer de lo agrietadas que las tenían incluso me sangraban al cerrar fuerte las manos.

Ahora ya les saco a pasear con guantes, por aquello de no perder ambas manos en el intento. Afortunadamente me manejo bien con ellos y soy capaz de irme cambiando las correas de mano según ellos se cruzan de un lado a otro, me rodean, se pasan la correa por debajo de una pata, etc etc.

Bibi es muy buena paseando, porque va siempre pegada a mí (o a quien la esté paseando), y preferentemente pegada al lado izquierdo de esa persona (será de IU, la niña....). Eso, que en principio va muy bien, es un problemilla cuando el otro también quiere ir por ese mismo lado, porque entonces se pone delante de ella, se pisan, ella cambia de lado, con lo cual me toca hacer malabarismos para cambiarme la correa de mano.

Hamlet en cambio no tiene esa fijación: nunca va por el mismo lado, ni en la misma dirección, ni ná de ná. Él simplemente va. Ahora olisqueo a la derecha; huy!, a la izquierda hay algo que me mola mucho mucho mucho, y para allá que me tiro; ahora vuelvo hacia atrás porque Bibi ha hecho pis y yo quiero hacer pis en el mismo sitio; hey!, qué es eso que hay 10 metros más alla?, tengo que verlo, tengo que verlo!!

En fin, momentos de diversión sin fin....

Ayer llegó el mensajero con el nuevo pedido que hice on line a la Clínica Veterinaria Punta. A saber: 2 kong talla XXL, dos bolsitas de chuches de chocolate; una caja de rolls con cereales; dos cables de 9 metros para poder tenerles en el patio atados pero que puedan corretear mientras estamos allí; un segundo hueso kong (porque el primero lo agarra Bibi y no lo suelta ni p'atrás); dos chubasqueros (que resulta que al final son de esos de pasarles las patitas por las mangas, así que me veo tuneándolos porque no me los imaginos dejándoselos poner así como así...); dos "ochos" (esas cuerdas que hacen como la forma de un ocho y llevan una pelota en medio, porque el anterior Hamlet ya se la comió, y las otras que tienen van por el mismo camino....).

Bueno, pues creo que no hay nada más reseñable que contar. Ahora mismo están en el salón, supongo que echándose la siesta matutina que corresponde tras el primer paseo del día. Por cierto, hemos visto a Alvar al otro lado de la valla de su casa, y Hamlet se ha acercado a olisquearle como queriendo jugar, y Bibi ha pasado olímpicamente (lo que tratándose de ella es todo un avance....).

Haciendo amiguitos

Menudo día de frío se puso ayer!, en varias ocasiones incluso nevó un poquito, aunque fue más testimonial que otra cosa; vamos, para que alucináramos los que venimos de la ciudad. Como además el temporal venía con unos aires huracanados y helados que dejaban tieso a cualquiera, decidí adelantar un poco el paseo de la tarde para que no se nos hiciera de noche. Así que poco después de las 6 agarré a las fieras y me las llevé a que dieran un paseíto.

Cuando estábamos cerca de una esquina en la Calle Circular (la que rodea a toda la macro urbanización que hay al lado de casa), apareció un lindo gatito cruzando desde el prado hasta la casa de la esquina. Durante el breve momento que se paró en plena calle a mirar lo que venía por ahí, a mis dos angelitos del infierno les dio tiempo a poner las orejas tiesas y apuntar directos al objetivo. Por suerte el minino se escondió pronto.

Yo que ya pensaba que habíamos salvado un momento dificilillo, de repente entendí por qué el gato había saltado echando ostias a su casita: no es sólo que nosotros viniéramos por un lado de la calle, es que acababa de doblar la esquina por el otro lado un señor pastor alemán suelto. Los tres perros, que hace un momento estaban pensando cómo cazar al gato, se quedaron un poco flasheados hasta que el pastor alemán vino flechado hacia nosotros.

A este bichejo ya le conocemos porque nos lo hemos cruzado varias veces. Es de una pareja joven que vive en uno de los chalets, y le suele llevar suelto. Así que por suerte yo sabía que en algún momento alguien iba a llegar para sujetarle. Mientras, se lanzaron un par de ladridos y Bibi hizo ademán de darle un bocado. Sin embargo, cuando llegó el dueño y le puso la correa, las cosas cambiaron mucho.

Mis nenes se quedaron tranquilos mientras el pastor alemán (que creo que se llama Alvar o Naval o algo así) daba saltos intentando jugar con alguno de los dos compis que tenía al lado. Estuve charlando un poco con el dueño de Alvar (hasta que aclare lo del nombre, se llamará así), y Bibi estaba a su bola, y Hamlet moviendo el rabo en un quiero-pero-no-me-atrevo a acercarme. Al final hasta dimos un poco de paseo los 5 juntos, y Bibi ni lloriqueó ni se puso nerviosa ni ladró ni nada de nada.

Cuando llegué a casa aún pensaba en lo flipada que me había dejado esto, porque parecía como si de repente se hubiera dado cuenta de que ese perro no le iba a hacer daño, por lo que se dedicó a hacer su vida normal. Incluso se acercó un par de veces a olisquearle.

De hecho, la debió de dejar tan impresionada que un rato después pasamos frente a un chalet donde tienen un perro mezcla de mastín, que sieeeeeempre nos ladra a lo largo de la verja y yo tengo que hacer malabares para sujetar a mis dos fieras, y en cambio ayer ninguno de los dos le hizo ni caso. Al revés, estuvieron olisqueando la hierba de la acera de enfrente y haciendo un pis, ignorando por completo al perro. No sé, lo mismo les duraba la acción narcotizante del encuentro anterior....

Por la noche estuve disfrutando de lo que siempre había deseado: la chimenea encendida, viendo la tele con S. tranquilamente, Bibi echada en su cunita y roncando a lo bestia, y Hamlet tumbado frente a la chimenea. El pequeño trufa acaba de descubrir que cuando hace frío se está muy bien pegado a la chimenea, y durante buena parte de la tarde-noche de ayer parecía un auténtico perrito caliente.

Luego Hamlet se trajo un juguete para que jugáramos con él, y así estuvimos entretenidas con el bicho, dándole su ración de mimos y de juego.

Por suerte, este noche ha sido un mar de calma, nada que ver con la pasada noche. Influyó tanto que Hamlet estuviera más cansado y con su ración necesaria y diaria de mimos y juegos, como que le puse a la puerta un burlete a lo largo para encajarla bien y que no hiciera ruido si a alguno de los dos le daba por empujarla con la patita....

Ahora les tengo en el salón, porque aún hace un poco de frío para bajarlos al garaje. De vez en cuando se oye un "miiiiiiic", señal de que alguno de los dos está jugando con el hueso kong o con el bocata de hamburguesa que compramos ayer.

Hay veces en que parecen buenos chicos de verdad.....

The day after Chinchón

Aquí estoy. Recién regresada de darle la consabida ruta mañanera de pises a los nenes, y con un sueño y unas ojeras de aúpa; su otra mami también se ha ido a currar con sueño y ojeras hasta el suelo, y además un cabreo monumental. ¿El motivo?, pues que a partir de las 2:30 de la mañana Hamlet se ha dedicado muy poco delicadamente a darle golpes con la pata a la puerta del comedor, así que cada cierto tiempo nos despertaba un pum-pum-pum naaaada agradable.

Así hasta las 7:15 en que ha sonado el despertador.

La verdad es que el cabreo es comprensible....

Yo creo que si mientras tomábamos en café en silencio alguien nos pregunta: "¿Quereis que me lo lleve de vuelta al albergue?" le hubiéramos dicho que sí muy convencidas. Yo luego me lo pienso mejor y me autoconvenzo de que al pobre lo que le pasó es que ayer apenas dio la mitad de tiempo de paseo de lo habitual, estuvieron solos casi todo el rato y además por la noche no estuvimos jugando un ratito con ellos, así que debía de estar bastante espabilado y con la sensación de faltarle algo. Pero claro, a ver cómo se lo explico yo a S., que ya hace bastante con aguantarles a pesar de la alergia.

A ver si ella viene más apaciguada y él tiene un día de buen perro.... Desde luego esta tarde le voy a pegar un paseo que se va a cagalllllllll, para que esta noche no piense en otra cosa que en dormir.

Por otra parte, Bibi podría ayudar un poco y ejercer de hermana mayor, dándole un bocadito cuando él empezara a darle golpes a la puerta. Seguro que ella estaba frita en su cunita, pensando: "Ya está el tocapelotas este.... Que hay que joderse, después de tener que aguantarlo en la jaula del albergue ahora se lo traen conmigo a una casa....".

A ver si hoy les puedo dedicar tiempo extra y cansarles con juegos y paseos. Si hace buen día saldré con ellos al patio, con las correas extensibles al tope y atadas a la barandilla por si acaso. Y mientras yo arreglo un poco la tierra, que ellos olisqueen por allí al solete.

Ahora están en el salón, Bibi tumbada en su cuna y Hamlet tumbado delante de la puerta, esperando a que alguien entre y se le pueda echar encima. Tendrán que estarse ahí otro rato mientras yo me dedico a poner un par de lavadoras y a coser la esquina de una de las colchonetas que tienen en el garaje, porque a alguno de los dos le ha dado por abrirla a bocados y sacar parte del relleno (no pondría la mano en el fuego por ninguno, pero si tuviera que apostar a un culpable éste tendría la trufa rosadita......).

Cuando yo decía que no queríamos cachorros era por algo.... Con lo bien que se maneja a Bibi, que es toda una señora.... Ayyyyyy madreeeeeee, espero que cambie pronto, o que al menos el cursillo de adiestramiento nos lo ponga más fácil. Pero hasta el 6 de abril que empieza el curso queda taaaaanto que habremos tenido tiempo de colgarle por los espolones quince veces!!!

Al rescate en Chinchón

Hoy no estoy para muchos trotes.... Apenas hace una hora que acabo de llegar a casa después de pasar toda la tarde en Chinchón con otras dos personas de la asociación a la que pertenezco (ANAA), ayudando a rescatar a los perros procedentes de un desalojo. Creo que aún puedo oler la mierda en la que estaban casi una treintena de perros...

En fin, que con toda esta movida al final no os he podido contar qué tal van las cosas con mis perrines. Sólo adelantar que Bibi sigue siendo tan buena como siempre, y que Hamlet parece que poco a poco va entendiendo algunas cosillas; por ejemplo, que si se sienta o se tumba le vamos a llenar de mimos....

Mañana cuento más cositas.

Lametones de parte de los nenes.

La primera excursión a la montaña


Ayer sábado nos llevamos a las dos fieras por primera vez de excursión. Cada día les damos dos buenos paseos por la urbanización de al lado de casa, que tiene bastantes zonas verdes y un parque enorme; pero esto era diferente, era coger el coche para meternos en el monte.

Elegimos ir al puerto de Canencia, porque está al ladito de casa; son apenas 15 kilómetros, y eso está bien para un par de perros que aún deben acostumbrarse a ir en coche de manera civilizada. Para subir Hamlet no tuvo problema, pero a Bibi la tuvimos que meter en brazos, entre las dos, porque con lo que pesa es complicado para una persona sola. Además, la tuvimos que meter dos veces, porque tras la primera nos incorporamos para descansar y ella aprovechó para bajarse; menos mal que llevaba atado el cinturón de seguridad para perros....

Después de 15 minutitos en coche, durante los cuales cambiaron 20 veces de posición, mordisquearon la red de separación que habíamos puesto, metieron la trompa y apoyaron la cabeza sobre el freno de mano, lamieron las ventanillas, etc etc, por fin llegamos al área recreativa del puerto de Canencia. Aparcamos y los dos bajaron como locos: ella, como loca por dejar el coche; él, como loco por empezar a olisquear.

Estuvimos andando durante más de una hora, subiendo y bajando por los caminitos, escalando a las rocas, oliendo todos los árboles, persiguiendo lagartijas, intentando cazar mariposas con la boca (bueno, estas dos últimas cosas las hicieron ellos)... Los dos se portaron muy bien, y se les veía cansados pero contentos.

A la hora de la comida les atamos a las patas de los bancos de una de las mesas del área recreativa. Primero comimos nosotras, ya que se supone que es "el jefe de la manada" el que debe comer primero. Los pobres estaban sentados enfrente mirando con una carita de pena y relamiéndose... Hamlet encontró la manera de reptar aprovechando al máximo la longitud de la cuerda para llegar con la trompa bajo nuestros pies y lamer las miguitas.

Al fin les llegó la hora de comerse su pienso, y de postre unas salchichitas. Nota mental: no hay que dejar las salchichas a mano porque les vuelven literalmente locos y se lanzan a por ellas. A Bibi casi se le salían los ojos de las órbitas....

Intentamos echarnos una semi-sietecita a la sombra de un árbol. A Bibi la idea le pareció bien y se tumbó, pero Hamlet dejó bien claro que la siesta no está hecha para él y se pasó el rato tirando de la correa intentando llegar a cualquier parte.

Pudimos confirmar que a la niña no le gustan los niños: se acercaba un niño todo enfilado con su padre de la mano, todo feliz, diciendo: "mira los perritos", y tuvimos que avisarles de que mejor no se acercaran más. Por si tenían alguna duda del motivo, Bibi le lanzó unos gruñidos y unos ladridos de esos de acojonar al personal. Mensaje captado.

Para el camino de vuelta estuvieron más calmaditos, aunque a Bibi la tuvimos que subir de nuevo a pulso y Hamlet volvió a mosdisquear toda la red del coche. Algunas cosas no creo que cambien... En casa se echaron una siesta de benditos.

Creo que el balance de la excursión es muy positivo, porque se portaron la mar de bien. Sólo había que tener un poco de vista con los niños y con los perros sueltos, pero a cambio nos pudimos despreocupar de los gatos.

El sábado que viene vamos a repetir salida, esta vez junto a más gente de un grupo medioambiental. En principio vamos a ir para conocer y reconocer los diferentes árboles que se dan en la zona; a ver qué tal se portan los nenes.... Creo que durante toda la semana voy a estar poniendo velas para que con el grupo no vengan niños ni más gente con perros.....

Mamá de dos perros

Digo yo que a cada persona le funcionará un reloj biológico distinto en su interior, porque si no esto sería muy aburrido ya que a todo el mundo le pasarían las mismas cosas por la cabeza al mismo tiempo.
Al menos, del mismo modo en que algunas mujeres dicen escuchar el tic-tac del reloj de la maternidad, yo empezaba a escuchar un tic-tac pero centrado en otro tipo de maternidad. Una maternidad más bien interespecie.

Vamos, que quería tener perros desde hacía mucho tiempo, y ya iba siendo hora....

Para ello debían darse una serie de condiciones que no tenía mientras vivíamos en Madrid, en un piso. Pero hace apenas un mes empaquetamos todo y nos vinimos a vivir a un pueblo de la sierra madrileña. Naturaleza. Sin prisas. Sin agobios. Sin M-40 ni M-30 a la vuelta de la esquina. Aire puro. Vacas y terneros campando a sus anchas en el prado de enfrente. Una casa con algo de terreno. Y ahora sí, ahora podían llegar los descendientes de cuatro patas.

La opción para traerlos estaba clara: no serían comprados sino adoptados del albergue del que soy voluntaria. Creo que es una indecencia comprar animales cuando día tras día se sacrifican en las perreras a gatos y perros que han sido abandonados.

Para elegir a la parejita que se iba a venir a casa, la elección iba a depender de lo que quisiera la elegida nº 1, por llamarla de alguna manera: Bibi es una perraza mestiza de unos 5 años, con muuuuuy buen carácter con las personas, pero con un pequeño problema de aceptación hacia otros perros, hacia los gatos y hacia los niños (mira, en esto se parece a mí). Asi que el compañero que nos lleváramos tenía que llevarse a la fuerza bien con ella para no montar peleas de perros amateurs en casa sin comerlo ni beberlo.

Tras hacer un intento con un macho precioso (las hembras descartadas, porque a la señora tampoco le va bien su compañía) y muy bien educado, tuvimos que cambiar de idea. No por nada, sino porque los gruñidos que se soltaron no presagiaban nada bueno.

Estuvimos pensando qué otro macho sumiso y bonachón había en el albergue con el que pudiéramos juntar a Bibi sin crear el caos, y al final nos dejamos aconsejar por la chica que llevó nuestra adopción: si Bibi ya está acostumbrada a su compañero de jaula, y se lleva bien con él, ¿por qué no le elegimos a él?

Bien, en ese momento firmamos una pequeña sentencia de "condenadas a sufrir". Menudo bicho nos llevamos a casa..... Hamlet (que así se llama el compi de la nena) es un macho jovencito, de poco más de un año. Vamos, que casi sigue siendo un cachorrete, con todo lo que eso implica: activo, nervioso, demandante de atenciones, juguetón,.... Lo totalmente opuesto a Bibi. Ah no, perodón, que él tampoco tolera a los gatos.

Así que con estos dos elementos nos vinimos a casa hace ahora dos semanas. Por tanto, acabamos de cumplir nuestra primera quincena como mamis.

A veces esa quincena me parece un siglo.....

Yo no dudo de que criar a un niño sea duro, porque es cierto que sus esfuerzos supone.... Pero que nadie crea que tener perros es pan comido. Al menos, no lo es si los quieres tener de una cierta manera que no sea ponerles medio kilo de comida una vez al día, dejarles que meen donde puedan, y darle una voz cuando ladren; y lo de sacarlo, pues ya veremos si apetece....

Con los nenes en casa ha habido que imponer una disciplina espartana; al menos a mí me parece espartana, porque no soy nada disciplinada. Por las mañanas, toque de diana antes de las 8 para sacarles a hacer sus pises mañaneros, que los pobres se han aguantado toda la noche sin echar una gotita. A mediodía, sacarles a dar un buen paseo para darles de comer a la vuelta; se tienen que ganar la comida. Por la tarde-noche, otro paseo generoso para que se ganen la cena. Y por la noche, antes de irnos a la cama, un breve paseíto para el pis nocturno. Sólo de escribirlo ya me he cansado.

Afortunadamente aquí tenemos una buena zona con parque y hierba por donde sacarles. También hay muchos perros en los chalets de esa zona. Ni que decir tiene que nos pasamos los paseos intentando que no se tiren encima de los perros de otras casas ni de los gatos callejeros que andan de acá para allá.

No había mencionado el tamaño de los nenes.... Bueno, pues son talla XL. Brutotes. Unas bestias pardas, vamos. Así que imaginaos el espectáculo cuando les pasea una de nosotras sola a los dos al mismo tiempo, y aparece en el horizonte un gato o un perro.... Sólo diré una cosa: o soy pariente del tío del chicle boomer, o creo que me están creciendo los brazos a tirones.

Bueno, pues nada más por hoy. Mañana nos llevamos a los nenes a su primera excursión seria, a comer a la montaña. Habrá que llevarse una bolsita con el pienso y un cacharrito para el agua; vamos, como si hubiera que llevarse la cestita con las cosas para el puppy humano.

Mis puppies os mandan besitos.