martes, 2 de septiembre de 2008

La fuga de Alcatraz

Mi casa no es Alcatraz, pero para el caso, como si lo fuera.... De repente Bibi puso el mismo empeño en escaparse de casa que un preso en fugarse de Alcatraz. Nosotras que levantamos un poco la altura de los muros pensando que quizá el problema estaría en que intentaran saltarlos, y resulta que la niña se escapaba..... pasando por debajo de la verja de los coches.

Bibi es una perra hermosota: pesa 37 kilos y ocupa bastante espacio. El hueco que queda entre el suelo y la parte baja de la verja es algo superior a un palmo. ¿Imposible huir? Pues no, se ve que la niña está emparentada con Houdini y aprendió a salir reptando. Seguro que durante días se pasó las horas delante de ese huequecillo pensando cómo podría escabullirse por ahí...

La primera tarde que llegué de trabajar y sólo se asomó Hamlet a saludarme, me quedé blanca. ¿Y la gorda?, ¿dónde estaba? De repente la oigo ladrar, me doy la vuelta y me la encuentro metida en el patio.... pero en el de uno de los chalets de enfrente. Afortunadamente no vive aún nadie ahí... La tía salió por el hueco de mi verja, entró al otro patio por su hueco correspondiente, y luego no sé si es que no supo salir sola o que la pillé aún descubriendo mundo. La tuve que sacar llamándola por debajo del hueco de la verja.

Al día siguiente puse un montón de piedras grandes bloqueando el hueco. Cuando volví del trabajo me encontré a Hamlet saludando inquieto.... y a Bibi metida en el contenedor de obras del chalet de al lado. ¿Cómo demonios ha salido?, pues nada, con su patita ha movido las piedras hasta que ha encontrado el hueco de nuevo...

Al otro día, antes de irme pongo un montoncito de baldosas de hormigón delante del hueco. "A ver si hay huev*** de moverlo....", me digo mientras miro a Bibi, que tiene una cara de no haber roto un plato en su vida. Regreso de trabajar, Hamlet me saluda y me falta algo.... ¿Bibi?, ¿¿Bibi?? ¡¿¿Bibi??! Y de repente, un ladrido: me doy la vuelta y la encuentro de nuevo en el patio de otro de los chalets vacíos. Ya no sé si es que está interesada en comprarse un chalet para ella, o qué.

Solución radical: me voy al IKEA y me compro dos tableros de mesa, que ato con cuerdas uno en cada hoja de la verja. Lo apuntalo todo con dos montones de baldosas de hormigón y dos montones de tejas que sobraron del tejado. En la zona central pongo una estantería alargada que al final no hemos colgado en el salón, y la relleno de piedras. Sobra una tabla por ahí: la pongo también; de algo servirá. Me planteo la posibilidad de cubrirlo todo con cemento, pero me contengo.

El resultado es este:


Sí, en efecto, puede dar un poco la sensación de "Diógenes way of life", pero qué quereis que os diga: la niña no se ha vuelto a escapar. Y eso que al principio de montar el parapeto la pillaba a menudo sentada enfrente, como si pensara: "vale, esta tía me ha montado todo esto, ¿de dónde saco un pico y una pala para empezar a cavar un túnel?".

Y no sé si será casualidad o no, pero desde entonces le ha cogido más afición a escarbar en la montaña de tierra que aún no hemos esparcido por el jardín... Vereis cuando descubra que está escarbando hacia adentro del jardín y no hacia la calle, jejejeje.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tú déjala, que lo mismo os hace una galería bajo la casa que como bodega o refugio antiatómico os puede venir de perlas! Esta Bibiiii... Qué pensaría el de la trufa rosa mientras la veía salir por debajo de la puerta, esa es la pregunta del millón y que me encantaría que alguien pudiera contestar.

Rebeca dijo...

Jajajaja!!! Qué bueno Angeles.
Llevo leyendo tu blog desde que te pasé el enlace del blog de Marta y este post ha sido el mejor.
¿Cómo se puede meter la bestia por un hueco tan pequeño y además no se escapa, sino que se va de visita???
Qué graciosos son y lo de la puerta te ha quedado de coña.
Lo del viejo de Chinchón a tu lado, era una chiquillada!!!